El sol provee de energía en forma de luz solar de manera constante al planeta. Aprovechar de mejor forma esta energía limpia es una de las alternativas más claras en el camino de la eficiencia energética y el uso consciente de los recursos naturales.
¿Cómo aprovechar, entonces, la energía proveniente del sol? Pues los paneles fotovoltaicos son una excelente opción.
¿Qué es un panel fotovoltaico?
Los paneles fotovoltaicos están confeccionados sobre la base de una colección de celdas recubiertas de silicio, un semiconductor que cumple la doble función de aislar y conducir flujos de cargas.
Estas celdas capturan las radiaciones solares visibles, transformándolas en energía eléctrica que puede ser aprovechada de distintas formas. Las celdas son impactadas por los fotones, estimulando los electrones gracias a la acción de sus semiconductores. Esto genera movimiento, corriente o voltaje dentro del campo eléctrico de la placa.
Para obtener energía suficiente se suelen conectar varios paneles en serie, vinculados a la vez a un regulador de corriente desde donde podemos almacenar la energía en baterías acumuladoras, para aquellos días en que no contemos con luz solar.
La energía continua, si no es acumulada, también puede ser transformada en corriente alterna o eléctrica gracias a un inversor. De esta manera se obtiene la energía necesaria para alimentar los distintos aparatos eléctricos de un hogar. Incluso, es posible cargar un vehículo eléctrico, aunque no completamente por el momento.
Así, el autoconsumo de energía solar a través de paneles fotovoltaicos cobra fuerza en momentos en que vivimos una de las mayores crisis ambientales relacionadas al cambio climático, producto de la elevación de la temperatura del planeta por las emisiones constantes que nuestras actividades en base a combustibles y desechos generan.
¿Cuáles son los beneficios de los paneles fotovoltaicos?
Entre los beneficios de escoger paneles fotovoltaicos para generar energía eléctrica, podemos señalar:
Inversión rentable: Los paneles no requieren una inversión inicial excesiva, lo que la hace accesible a todas las personas, en espacios urbanos o rurales, sobre todo en zonas donde contar con cableado eléctrico puede ser más complicado.
Los paneles fotovoltaicos tampoco necesitan procesos extractivos constantes para su funcionamiento, como ocurre con los combustibles fósiles. Por esto, la inversión inicial se recupera de forma segura. Además, un panel fotovoltaico puede tener una vida útil de cuarenta años, con el cuidado y mantenimiento adecuado.
Buen rendimiento: Al utilizar una energía renovable, los paneles presentan un excelente rendimiento que solo depende de la presencia de sol. En caso de no contar con luz solar, es posible almacenar energía aquellos días que sí están despejados.
Junto con eso, a diferencia de otras energías renovables, la luz solar además brinda calor, lo que mejora aún más su rendimiento.
Tecnología sencilla: Los paneles fotovoltaicos de uso doméstico, en general, no tienen piezas mecánicas que sean móviles, excepto si cuentan con bases mecánicas que siguen la luz solar.
Por ello, presentan menos problemas de uso y requieren menos mantenimiento que otros sistemas de energía renovable como los parques eólicos, por ejemplo.
Cero emisión: Es una energía limpia que reduce la huella de carbono de manera significativa, sin generar gases de efecto invernadero durante su uso. Este punto es realmente importante si consideramos que para el 2030 se llegó al acuerdo de disminuir en 1,5° la temperatura global, lo que se logra controlando o eliminando las emisiones de Co2.
Otra ventaja de la energía solar es que disminuye la necesidad de explotar y emplear combustibles fósiles, colaborando en la preservación de los recursos naturales.
Cuidado de las aguas. La energía solar transformada mediante los paneles fotovoltaicos protege los cuerpos de agua, a diferencia de la generación de energía a través del uso de combustibles fósiles.
Estos combustibles fósiles crean desechos tóxicos que, de algún modo, terminan en los rellenos sanitarios. Esto ocasiona que una parte de estos desechos se filtren a los depósitos de agua, corrientes fluviales y napas subterráneas, contaminándolas.